Hay un refrán que todos conocemos, que quizá debería estar más que caducado, pero que sigue vigente porque muchos no parecemos precisamente muy dispuesto a tenerlo en cuenta: “nadie da duros a cuatro pesetas”. 
Lo podríamos aplicar al mundo de los negocios más rastreros, la política más sucia y otros muchos de “peso”, pero me voy a quedar en lo cotidiano. Los “trileros” tradicionales que todavía siguen campando por algunas calles… Los que siguen montando estafas piramidales como la que han sufrido cientos – ¿quizá miles? – de personas en Galicia a las que prometían que, con una inversión de 10.000 euros, se llevarían al bolsillo ¡80.000 en unos meses! Los compradores que se sienten engañados por los comerciales de una conocida batidora al asegurarles que no saldría un nuevo modelo en breve cuando estaba a punto de caer… Los que se creen también las ofertas “milagrosas” de comerciales sin escrúpulos que hacen las cuentas de la vieja y les venden ofertas y ahorros imposibles para “robar” a un cliente eléctrico o del gas y luego, si te he visto no me acuerdo…Editoriales piratas que siguen vendiendo por auténticos dinerales libros y manuales que no valen ni para el reciclado y que colocan a personas mayores a cambio de regalos también de dudosa utilidad…Empresas que prometen dinero fácil a quienes más lo necesitan a cambio de condiciones leoninas: lo último, con el aval del coche, todo sombras y nada de luces, con cantidades a pagar, si quieren recuperar el coche, que multiplica por mucho la usura…
Todo un mundo sucio, sin escrúpulos, barriobajero, en manos de personas que atacan a las personas más indefensas, que viven de comisiones a veces, no siempre lógicamente, bordeando la golfería. Y que nadie controla. Ni desde las empresas. Y es que olvidamos que un cliente engañado por un comercial es una comisión, grande o pequeña para él; pero ojo, una quizá mejor para el que está arriba. Y eso es lo peor: no es que no se pueda controlar a los comisionistas tramposos, fraudulentos, es que por encima de todos ellos hay a veces personas, también con sus intereses… Y deseoso que se consigan al precio que sea. Todos ellos son los que podríamos definir como los “trileros” del siglo XXI.
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